
Por: Carlos Lima
Ahora que se vive una emergencia sanitaria, en casi todas las comunidades indígenas se abocaron a la creación de cubrebocas artesanales, primero por supervivencia y después porque nuestra gente no está acostumbrada a estar sin hacer nada. En particular hablaré del caso en Tenango de Doria, Hidalgo, que en marzo que se anunciada la “sana distancia”, n este municipio de la Huasteca Hidalguense se tomó la decisión de cerrar fronteras, medida que considero acertada, y se les sugirió que se hicieran estos insumos de uso necesario en esta época.
Con el paso de las semanas fueron innovando en sus diseños, pero el mercado de compra buscaba algunos con más intensidad que otros, “yo de colibríes”, “de mariposas”, “de alebrijes”, “de burros”, “de aves”, ¿me puede hacer uno con aves y flores?, “pero con colores fucsia con azul rey en manta negra”, así podría seguir con una lista interminable de peticiones y complejas situaciones que el consumidor demanda, pero el productor no puede resolver.

En principio algunos productos como la gama de colores de hilo y manta están escasos por los ciclos de producción paralizados, el resorte está en un sobreprecio y escaso también; los servicios de mensajería lentos, y sumemos que los tiempos de elaboración no son los mismos que en los de prendas fabricadas en serie.
Falta madurez para comprender a las comunidades indígenas, pues éstas tienen lógicas diferentes. Más que entenderlas se les debe COMPRENDER. El exceso de producción en algunas bordadoras, aunado a la exigencia del consumidor, derivó en un sobreprecio en el producto que están elaborando, pero no por la carencia de materiales, tampoco por las alzas avariciosas en los insumos, pero sí por el hartazgo. Ellos y ellas cobran más cuando un producto tiene especificaciones especiales, pues no nace de su imaginario colectivo, de su concepción creadora y artística, prefieren no trabajar, no sumar dinero a su holgado bolsillo.
Estos entornos nos hacen tan diferentes como únicos. Necesarios todos, es indispensable repensar el trato con los creadores, artesanos, bordadores, revisar su cosmogonía, su cosmovisión, las modas no les van, tampoco las temporadas. Los Tenangos son atemporales, son anti moda, existirán por muchos años, pues quien los compra en el extranjero admiran el esfuerzo, tiempo, lugar, espacio y condición, lo afirmo pues el que adquiere sus productos reconoce la belleza, trazo, imaginario; se emociona expresando compras al por mayor, ven un México al que estamos acostumbrados rutinariamente los “nativos”.
Ahora más que nunca debemos lanzar una cruzada para ser identitarios, solidarios, dedicarles billetes y monedas a los pueblos indígenas, verlos diariamente para grabarlos en la memoria, conocer sus orígenes, productos, pero también usarlos; retomar el día de la #IdentidadNacional. Vestir todos los jueves sus prendas, exponer sus orígenes y tradiciones en las redes sociales, manifestar una moda eterna hacia ellos y ellas. Necesitamos conocernos más, querernos más, admirarnos más, amarnos más.