
POR SÓCRATES A. CAMPOS LEMUS.
En los pueblos se acostumbran las cuarentenas, cuando las mujeres dan a luz las ponen a cuarentena, las fajan para que se coloquen las “tripas” en su lugar, para que después de muchos días de tomar caldo de gallina no de pollo, de gallina vieja que ya paso por todo se le lleva al baño de temazcal, ahí con las plantas que hacen firme el cuerpo y los olores que limpian los pulmones y los sudores que hacen que los males salgan, si la cuarentena es como los cuarenta días de sufrimiento o de pasión que llevó el “señor” cuando se retiró a meditar y orar en el desierto y de pronto llegó el diablo para tentarlo por medio de la ambición.
Ahora se habla de la cuarentena, que es el tiempo, dicen muchos, para que la tierra vuelva a recuperar la fuerza y dejemos de joderla, la tierra es sabia tan sabía que nos da todo hasta para curarnos de los males y de las fatigas y enfermedades, por eso cuando el gobernador e Puebla, ese Barbosa o babosa dice que el coronavirus se cura con caldo de pollo o de guajolote en mole pues la riega, solo quiere que lo vean porque muchos le sacan a su vista que, dicen los poblanos, deja el mal de ojo, de mal agüero, en fin, eso es allá en la zona después de bajar de la Mixteca donde se juntaron los dados de la conquista y de la fuerza, por ahí llegó la viruela con los soldados españoles y nos fregó matando a miles durante sesenta días, dicen, la verdad es que fueron más o menos, pero a lo mejor. fue la cuarentena.
Pues en los pueblos como todo es contado y cantado, como son historias de boca a boca, de historias nocturnas después del cansancio no se borran los recuerdos, no se olvidan de las cosas. Hace muchos años en uno de los pueblos indios donde laboramos, no estando el doctor le consultaron a mi esposa sobre lo que pasaba y ella, conocedora de muchas cosas le dijo: “Pues estás embarazada” y la señora comenzó a llorar alegando de que era un enorme problema y explicaba: “Pues es que mi viejo tiene más de dos años que se fue pal norte y no ha llegado…. Y pues sí, era un gran problema, mas allá donde todo se condena y se desprecian a las que dicen no respetaran…. Pues ahí no hay cuarentena y en esos tiempos tampoco era sencillo ayudar con otros medios en la zona donde los curitas todo lo condenaban y pues sabe que pasó, no lo vimos al final.
Como en el campo hay alacranes y los auxilios no llegaban las gentes usaban todo tipo de “curas” y una de ellas usadas en los niños era el darles la “hierva sin raíz” que eran mojones de excremento en agua caliente y tenía lógica cuando piensan que con el veneno del alacrán pues se saliva mucho y hay flemas y muchas gentes se ahogan por ellas y con esto se obligabas a los adultos a vomitar y despejaban las flemas y esto ayudaba, pero los niños no sabían y solo lo tomaban y nada, pero tampoco aplicaban las inyecciones para evitar que el daño fuera mucho, por extrañas razones decían que era mucho lo que sufrían los niños con los “piquetes” y ya con el piquete de alacrán sufrieron mucho y así se murieron muchos. La ignorancia mata más y la verdad que no protege.
Cuando no llueve como está ahora la “calor” pues en muchos pueblos además de los rezos de las viejas sacando los escapularios al final de muchos días sacan a los santos y los pasean por los campos, le van pidiendo que llueva, que vea cómo está todo polvoso y que las matas del maíz se secan y no crecen y cómo todo es triste, así van de peregrinar en peregrinar caminando por los pueblos esperando las primeras gotas de las lluvias. Ya cambiaron tanto los tiempos, dicen los viejos, que ya ni el tiempo se puede predecir, todo cambia, algunos creen que es por los pecados y la verdad es que pecamos de mas no teniendo y cuidando lo que en la naturaleza tenemos, la sobreexplotamos, la ambición es mala, antes en los campos solamente se cortaba lo que se comía, por ejemplo, en las calabazas se llevaban las guías para el caldo, se buscaba que no se perdieran las calabazas ni se secaran las matas y si sobraba mucho se tomaba no para uno sino para obsequiar a los vecinos o a los compadres.
Las historias y las tradiciones no se olvidan, se quedan en el pueblo, todavía he visto a los viejos cuando cortan plantas medicinales o fruta cómo dan las gracias a las plantitas y a la madre tierra, así, cuando soplan para sacar el “aire” o la mala onda y pasan el huevo y van cantando y soplado gotas de mezcal, lo van corriendo por todos lados y como que uno se calma, se serena, ya no hay angustias ni dolores ni miedos y así se lleva al huevo pasando al enfermo o al embrujado a un trasto con agua de manantial y lo rompen y ven las burbujas y la mala señal y de cómo se recoge el mal, y se manda tirar lejos, sin tocar por dentro ni andar viendo, solamente tirar, por eso los indios sabemos ser desprendidos, sacamos hasta los males y los espíritus y los aires con un huevo y lo tiramos. Nos gusta dar cuando tenemos, no somos egoístas, sabemos vivir de lo dado al día, tenemos huaraches y jorongos y leña y maíz y gallinas y chivos y chanchos y bueno tenemos la salud que es la vida y podemos trabajar que es con lo que nos mantenemos. Por eso amamos la vida y apreciamos la salud, sin salud, no somos nada.
Ahora vamos con más días de distancia entre unos y otros, pero nuestras casas son pequeñas, los curtos son de todos y se sirve para todo, cuartos pequeños porque no necesitamos más, tenemos los patios y los montes y las tierras y los campos, tenemos libertad y vemos los colores y volteamos al suelo y vemos a los cielos y en cada mirada damos nuestro rezo y nuestra esperanza, rogamos por la salud y el que tengamos para todos y para cada uno de lo que necesitamos. Por eso sabemos dar porque sabemos recibir con paciencia y con tiempo, reconocemos que la salud es lo primero porque sin salud pues no somos nada, estamos más cerca, no sé, si del cielo pero si de la parca, de la flaca, de la muerte…