
Redacción (Especiales Transformación Noticias)
Cada país tiene sus propias tradiciones a la hora de celebrarlo, desde el dolor infringido por aquellos que se flagelan y castigan su cuerpo para emular el dolor de Cristo a las representaciones de sus últimos días, o las procesiones. Aunque, la gran mayoría intente disfrutar estos días lejos de su lugar habitual.
En todo caso, hasta los que huyen de las localidades en las que viven tienen que sufrir los inmensos atascos que se producen en las carreteras, creando la imagen de una auténtica peregrinación dolorosa, en la que, desgraciadamente, son muchos los que pierden la vida.
En Jerusalén, la ciudad sagrada, miles de creyentes cristianos, palestinos y peregrinos de diversos países del mundo se dieron cita en inmediaciones de la Puerta de Santa Ana, una de las siete de la muralla de Jerusalén, para la procesión del Viernes Santo.

Los grupos que participan en la procesión, van encabezados por monjes que explican las catorce estaciones del Vía Crucis por el Monte Gólgota, recorriendo el calvario hasta la basílica del Santo Sepulcro.
Algunos de los creyentes llevan cruces de madera para recordar la marcha de Jesús condenado a la crucifixión en el Tribunal de Pilatos, donde comenzó la solemne procesión entre las abigarradas callejuelas y el zoco palestino de la ciudad vieja.
En El Vaticano, el Papa realiza los ritos de la Semana Santa con la tradicional Misa Crismal, donde se bendicen los óleos, y la ceremonia de la Última Cena, en la que el Pontífice lavó los pies a doce hombres, como la tradición cristiana indica que hizo Jesús con sus apóstoles.

Con la Misa Crismal, el Vaticano da comienzo a las conmemoraciones de la pasión y resurrección de Cristo, el llamado Triduo Pascual, culminación del año litúrgico para la Iglesia Católica.
Esta ceremonia esté especialmente dirigida a los sacerdotes, que renuevan sus votos de pobreza, castidad y obediencia. Por ese motivo.
En el continente americano, también cada país tiene su propia forma de celebrarlo. En El Salvador, centenares de salvadoreños participan en la Procesión de los Cristos que tradicionalmente se celebra el Jueves Santo en Izalco, oeste de El Salvador, donde una docena de imágenes recorren las calles.

Los crucifijos, que no miden más de un metro de altura, son propiedad de igual número de cofradías, organizaciones religiosas de origen indígena que desde semanas antes preparan la procesión, en la que abundan las palmas y las flores frescas.
La procesión, que es encabezada por cuatro representantes de cada cofradía, comienza el jueves santo por la tarde y concluye el viernes, cuando se junta con el recorrido de la imagen de Jesús Nazareno camino al calvario y otra de la Virgen María.
En México, se representa la Pasión de Cristo en el populoso barrio mexicano de Iztapalapa. Esta obra que se realiza desde el siglo XIX reúne a miles de actores, y atrae a decenas de miles de espectadores cada año.
La Pasión de Cristo se realiza durante varios días en el barrio de Iztapalapa, en el sur de la capital, en escenarios naturales y concluye el viernes en la cima del cerro de la Estrella, donde se escenifica la crucifixión.

En Cuba, las procesiones, autorizadas por el gobierno comunista de Cuba, se han convertido en un reflejo del sincretismo religioso del país.
A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, en Cuba las procesiones apenas consiguen reunir a unos cientos de católicos, aunque en los últimos años se han sumado a estas celebraciones los seguidores de la religión Yoruba (afrocubana).
Este tipo de expresiones religiosas en las calles quedaron prohibidas en Cuba en 1961, poco después del triunfo de la revolución comunista de Fidel Castro, y se autorizaron de nuevo en 1998, tras la histórica visita del fallecido Papa Juan Pablo II.
En Ecuador, cientos de habitantes de la península de Santa Elena, en el oeste del país, acompañan a la imagen de Cristo en una procesión hasta el mar, donde se celebra el “Lavado de la Santa Cruz”, en las aguas costeras del Océano Pacífico.

Desde la Iglesia de la ciudad de Santa Elena cientos de feligreses acompañan el recorrido de seis kilómetros, por la carretera, hasta el balneario de Ballenita, donde los pescadores sumergen y lavan la imagen de Cristo en la cruz.
En España, la Semana Santa se celebra de distintas maneras según las tradiciones de cada zona, dando comienzo el Domingo de Ramos (domingo anterior a la resurrección), día que se celebra la entrada de Jesús en Jerusalén. Cada Comunidad tiene sus procesiones estrella. Mientras la austeridad y el silencio caracterizan a las celebraciones de los pueblos castellanos, las celebradas en Andalucía y Levante derrochan luz y color.
Cada procesión es organizada por las distintas cofradías que representan los distintos sectores sociales y profesionales de cada ciudad y tienen su origen en los gremios medievales. Los pasos marchan acompañados de bandas de música y de los miembros de la cofradía que visten con túnicas y encapuchados del color que distingue a la correspondiente hermandad.
En la localidad de San Vicente de Sonsierra, (Logroño, norte de España) se practica una tradición peculiar que desde el siglo XI mantiene los “picaos”, declarados fiesta de interés turístico nacional desde el año 2005.

Cada disciplinante se golpea con la madeja durante unos quince o veinte minutos, en los que se da de unos ochocientos a mil golpes y, cuando termina, la persona que le acompaña durante el rito, denominada “padrino”, le pincha en la espalda unas quince o veinte veces con una esponja que porta púas de cristal, cuyo fin es que brote la sangre, lo que evita la coagulación.
Ello evita al “picao” posteriores molestias y, después, la herida se cura con agua de romero y con un bálsamo cuya receta se transmite de generación en generación entre los “padrinos”.
En Asia, en la localidad filipina de San Pedro de Cutud, decenas de miles de personas acuden el Jueves Santo, como cada año, a esta localidad del norte de Filipinas para revivir en sus propias carnes la Pasión de Jesucristo en el único país católico de Asia.
Todos ellos soportan estoicamente el intenso calor, el polvo, la sangre procedente de las flagelaciones y la aglomeración para contemplar un rito.

Además de Filipinas, donde se mantiene el catolicismo por influencia española, India o Indonesia también celebran entre sus pequeñas comunidades católicas la Semana Santa