
”Yo tampoco le tengo miedo a las palabras, si usted lo prefiere así, entiéndalo así: Silencio total”
Gabriel García Márquez: El año de la peste/ Felipe Cazals.1979.
Treinta años antes de la “epidemia” de Influenza en México, aquel año 2009, Gabriel García Márquez teniendo como colaborador a Juan Arturo Brennan, realizó un guión cinematográfico basado en: Diario del año de la peste, novela de Daniel Defoe. Dirigida por Felipe Cazals en 1979, director de memorables cintas como: “El apando”, “Los motivos de luz”, ”Las Poquianchis”, entre muchas otras que se han caracterizado por el acento y la denuncia en lo histórico y lo social, aquí se decide por el género de ciencia ficción.
Ahondar en el estilo de García Márquez desde lo literario y respecto al guión, refiere principalmente a ubicar ciertas obsesiones como creador, en este caso el color de la peste es aquél de la bandera del cólera, de la rosa del escritorio o las mariposas que se cantan y multiplican en momentos muy recientes tras los homenajes oficialistas y los populares.
“El año de la peste”, desmitifica las actuales condiciones sanitarias de control y bienestar seguro. El antes extremista e idealista doctor que encarna Alejandro Parodi, venido a burgués con altas responsabilidades va quedándose sólo y aislado en la lucha por advertir el peligro que ha caído sobre la ciudad donde podrían morir millones de personas.
Teniendo como respuesta del régimen y desde luego, como eco en los medios masivos; la distorsión, la negación y el ocultamiento criminal de lo que ocurre. Encontramos personajes y situaciones que aunque de continuidad fallida, traducen en reflexión más por las atmósferas que se crean desde el guión mismo, que por una estructura impecable. Cuenta el mismo Brennan el día del fallecimiento del escritor colombiano, que prácticamente García Márquez le corregía las escenas que él desarrolló casi en su totalidad.
Se reconocen diálogos con el estilo del “boom”, escenas como la ducha de Rebeca Silva con un fondo de música del trópico que, en contraposición con la crisis que progresa en el filme, enmarca una banda de músicos casi ancianos en la sala de una casa.
El ejército de fumigadores también amarillos, que ahogan con una inútil pero totalitaria espuma amarilla-muro de silencio. Fantasmas que no se mencionarán en el noticiero del magnate mas idéntico que nunca, a los que hoy aparecen en los espacios llamados “informativos”, interpretado por Narciso Busquets, quien desde su alberca privada obedece lo que desde arriba se ordena, fingir a sabiendas que no hay versión que alcance, porque en la población ya no hay cabida para el debate de la realidad o la tendencia de la noticia.
García Márquez aquí hace su apostilla sobre el periodismo. “Pero el instinto de la gente no falla, saben toda la verdad y se defienden como pueden”.
Cada vez más canales de televisión transmiten amarillo también con los anuncios ya estáticos, como trabados en la imagen de alerta, los números telefónicos de emergencias. Así será hasta que sólo aparezcan caricaturas, como cuando el golpe de estado en La Moneda. Caricaturas.
José Carlos Ruíz es un funcionario que ha decidido ir donde el pueblo infectado, sabe que no tienen salvación, menos aún los salvará la autoridad. Sus jefes como misionero social, lo lanzan a ese círculo del infierno. Al pobre, al proletario; el sistema lo meterá bajo la alfombra de la enfermedad que es alegoría de la pobreza. Las ciudades perdidas están en el contorno también de las pirámides de los antiguos, donde ahora se llevan a cabo rituales de sacrificio humano para hacer que los dioses frenen la pandemia, lo que también se corrompe según un diálogo de congal. Por falsos sacerdotes abusadores y pederastas. Este funcionario que ante la epidemia se vuelve de a pie, al igual que el médico que intentó alertar, y que descubrió en sus primeros brotes la peste, se quedará solo, la ética no tiene cabida: “Cuando se ha puesto de moda estar contra los ricos”. Se remarca el debate acerca de la medicina pública y privada. ¿Quiénes podrán comprar la sobrevivencia en caso de que la haya?
La torre latinoamericana ondea una bandera amarilla. Todos tragarán mierda como en la línea final de: “El coronel no tiene quien le escriba”. Un ministro de Noruega muere infectado tras el diagnóstico que da como resultado que se pronuncie la palabra que se ha prohibido: La peste.