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Entre las muchas flores que se consumen como alimento en México, la llamada Flor de Mayo es quizá la más bonita. Originaria del país, esta flor puede apreciarse por las calles de algunas ciudades cálidas donde los árboles de Güiechachi sirven de bello y aromático ornato. En términos botánicos, el árbol referido pertenece a la familia de las apocináceas y según la variedad cambia el color de las flores que pueden ser blancas, rosas o moradas, frecuentemente con el centro amarillo brillante y combinando en una misma dos de los colores mencionados.

Imagen: Picbear

Con el auge que ha tenido en el ámbito de la alta cocina el uso de flores comestibles, la Flor de Mayo ha adquirido notoriedad por ser una de las preferidas, sobre todo en ensaladas o para infusiones, debido a que embellece visualmente, a su sabor dulce y a su agradable olor, tan intensos que es común ver rondando mariposas y colibríes los árboles de Güeichachi. Sin embargo, como tradición popular sólo en tres estados de la República (Guerrero, Chiapas y Oaxaca) se acostumbra agregar esta flor a diversos platillos.

Es en Oaxaca, de manera especial en el Istmo, donde mayor uso se le da a los pétalos de sabor agridulce y textura aterciopelada de la Flor de Mayo. Como adorno, esta flor se incluye en collares y tocados femeninos, pero también en los altares y las tumbas como fragante ofrenda para los muertos. Como parte de la tradición culinaria, la flor del Gúichachi es ingrendiente indispensable de una bebida cuya preparación se acostumbra desde tiempos prehispánicos, el bupu que contiene también cacao y piloncillo. También se le ponen estas flores a las estorrejas, un postre similar al pan francés que se prepara en la región del Istmo.    

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